Conseguí atrapar un momento de quietud en Jaime. Es raro verle relajado y sosegado; él es un torbellino en constante movimiento, lleno de energía y vitalidad. Entró en mi vida hace ya más de 20 años como un vendaval y me sigue asombrando con su entusiasmo y capacidad de trabajo. Buen compañero y maravilloso padre, vamos pasando por la vida, compartiendo el camino.
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