miércoles, 21 de noviembre de 2012

felicidad


El amor que siento por mis hijos es tan grande, tan hondo, tan intenso que no soy capaz de explicarlo.  Son polos opuestos; mi sol y mi luna, iluminan mi día y le dan sentido a todo.  Nunca me imaginé que podía llegar a querer tanto, a disfrutar tanto, a enfadarme tanto, a sentirme tan responsable, a emocionarme tanto, a agotarme tanto...  Cuando les apago la luz después del último beso, sé que el día que acaba - que tengo un ratito de adultos - y soy la mujer más feliz.  Y cuando traen sus sonrisas a mi cama por la mañana al despertar, vuelvo a ser la mujer más feliz. 

1 comentario:

¡Cuéntame!