La laguna de la paciencia nace de gotas que caen del espacio. Vienen de ninguna parte y no tienen prisa por llegar. Bajan tan lentamente del cielo que, si te sientas a verlas, nunca envejeces. Los minutos y los años dejan de tener importancia. En esta laguna no hay oleaje, parece que no pasa el tiempo. Sin embargo, se mueve con un ritmo continuo mientras el principio y el final duermen en su fondo.
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