miércoles, 18 de septiembre de 2013

Paciencia estival

 
Una vez fui a pescar, cuando era niña. Lo recuerdo con absoluta claridad.  Pesqué un pez muerto.  Qué paradoja.  Qué tristeza.  Lo devolví al agua. Un rato después pesqué una bota: vieja, roída, asquerosa.  La eché también de vuelta al mar.  No he vuelto a pescar.  La paciencia de los pescadores es infinita...