Pasear por un bosque en invierno, perderme entre los esqueletos desnudos de los árboles hibernando, me obliga a volver a lo esencial, a obviar lo superfluo y buscar la columna troncal mi existencia. Este enorme y centenario fresno tenía el tronco tan hueco, tan vacío, que se había partido en dos. De la mitad que permaneció en pie, salían nuevas ramas, verdes y flexibles buscando el sol. ¿Una oportunidad? ¿Un cambio de rumbo? ¿Un deshacerse de lo que sobra para volver a brotar?
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