Pasando un fin de semana con amigos me llamaron la atención estas diminutas flores otoñales que no levantaban más de diez centímetros del suelo. Enmarcadas por la inmensidad del cielo de octubre, con sus nubes de chubascos y el sol que aún lucha por calentar,no puedo dejar de pensar en lo diminutos que somos nosotros mismos y en la grandeza insignificante de nuestras vidas.
domingo, 18 de abril de 2010
Villavieja del Lozoya
Pasando un fin de semana con amigos me llamaron la atención estas diminutas flores otoñales que no levantaban más de diez centímetros del suelo. Enmarcadas por la inmensidad del cielo de octubre, con sus nubes de chubascos y el sol que aún lucha por calentar,no puedo dejar de pensar en lo diminutos que somos nosotros mismos y en la grandeza insignificante de nuestras vidas.
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